miércoles, agosto 30, 2006

Películas Malditas (I)

En cierta ocasión mencionamos lo cruel que puede ser la aseveración de que el cine, por mucho que queramos enmascararlo, no es más que una industria. Es decir, algo que se espera que dé beneficios. Lo queramos o no, grandes cineastas se han visto catapultados a las simas del olvido porque su mensaje no ha sido lo suficientemente aceptado por el gran núcleo de consumidores mainstream, o porque han sido malinterpretados. Nunca sabré decir si afortunadamente o no, siempre existirá una legión de archiveros maniáticos, obsesionados por encontrar lo más raro, absurdo, olvidado, menospreciado e ínfimo, y hacer de ello su estandarte, orgullosos de su divergencia.

En fin, yo soy uno de esos polvorientos guardianes de lo bizarro. Y muchas veces soy incapaz de entender como taquillazos en potencia acaban hundidos en el pozo sin fondo de la mediocridad. Hay momentos en los que el mensaje está cargado de demasiada mala leche, demasiada suberversividad, o muestra la suficiente falta de comercialidad como para ser comprensible su batacazo. Pero otras no. Este es un ranking particular, no por orden de preferencia ni de calidad, de las que creo que fueron las películas que más sufrieron este desdichado síndrome. Tal vez alguien, una sola persona, picada por la curiosidad, decidiera darles una oportunidad. Y, tal vez, esa persona pudiera decidir que, realmente, esa película fue realmente infravalorada.

Creo que me conformaría con eso.





TANK GIRL (Tank Girl, 1995)
Dir.: Rachel Talalay.
Prot.: Lori Petty, Naomi Watts, Ice-T, Malcolm McDowell.

La subversiva tira cómica de Jamie Hewlett y Alan Martin sirvió como base para este film de la australiana Rachel Talalay, protagonizado por Lori Petty, una por aquel entonces desconocida Naomi Watts, y un histriónico Malcolm McDowell, como siempre recordando su memorable interpretación en "La Naranja Mecánica". La trama sigue a una alocada superviviente de un holocausto meteorítico tras el cual la Tierra se ha quedado casi sin una gotica de agua y una megacorporación (dirigida por McDowell) controla los acuíferos existentes. Obviamente, son malos de la ostia. Obviamente, matarán a la familia de la prota, mascotas incluidas (bueno, salvo una criaja ahostiable que es la viva imagen de la perniciosa influencia de la MTV en el lenguaje de nuestros infantes), Y, obviamente, nuestra aguerrida heroína les dará una patada en su corporativo culo, apoyada por su temible ejército de... ¿canguros mutantes?

A diferencia de otras producciones que enarbolan el "¡La venganza es mía!" como estandarte, "Tank Girl" destila humor. Chorrea humor. Lo vomita. Se pilla, ¿no?. De punta a punta, comenzando con los delirantes títulos de crédito (acompañados por un apropiado "Girl U Want", de los Devo) hasta el explosivo (y absurdo) final, la producción muestra una vis cómica gamberra, juvenil, fresca, y completamente irracional. La interpretación de Lori Petty como Tank Girl es tan elástica y aleatoria como podría esperarse de un personaje de cómic (y en especial de ESE personaje), desde el asalto final al almacen del malo malote, hasta sus enseñanzas de "cómo ser una amazona indomable" (oigs) a Jet Girl (irreconocible Naomi Watts).

Como toda buena joya de caspa kitsch que se precie, o la amas o la odias. No hay término medio.



VAN HELSING (Van Helsing, 2004)
Dir.: Stephen Sommers.
Prot.: Hugh Jackman, Kate Beckinsale, Richard Roxburgh.

Al lado de la definición de "pastiche" en el diccionario de la RAE, hay una foto de esta película. También la habría al lado de la definición de "cagada", si no fuera porque la adaptación en OVA´s de Daydream fue más rápida y le quito el puesto.

La trama (o, más bien, el intento por parte de los guionistas de crear una), sigue las aventuras de Gabriel Van Helsing (pronúnciese con acento de supervillano cutre de Europa del Este), matabichos y agente paranormal del Vaticano en su lucha contra el temible Conde Drácula. Si no fuera porque el conde parece más un barman de Chueca que un terrible vampiro centenario, podríamos calificarlo de "terrible" sin carcajearnos a gusto. En todo este popurrí fílmico también aparecen el Hombre Lobo, un increíblemente inteligente Monstruo de Frankenstein y una aparición estelar al comienzo de la película del Dr. Jeckyll y su contrapartida maléfica. La trama, afortunadamente, no es mas que una mera excusa para que los bichardos se den de ostias a gusto, convirtiendo el film en el equivalente fantaterrorífico de un combate de Pressing Catch.

Personalmente, lo tengo muy claro. Si esta película tuviera unos cuantos ceros menos en su presupuesto, se habría convertido en un icono inmediato de los freaks del cine más costroso y arrastrado. Lo tiene todo: guión inexistente, trama ridícula, interpretaciones balanceándose entre el abismo de lo inexistente y el de lo risible, efectos especiales cutres... Y por si fuera poco, es horrible, increíblemente divertida. La dirección de Sommers es dinámica y descarada, flipándose a gusto con los travellings, panorámicas, y demás zarandajas, acercándose por momentos al Peter Jackson más desmelenado. Aunque hay ciertos toques de clasicismo (léase la brillante introducción en blanco y negro), en todo momento nadie se toma en serio la disparatada narración. Ni siquiera el compositor: la BSO parece sacada más de un viejo serial radiofónico de "La Sombra" o "Doc Savage" que de una película con ínfulas de seriedad. Indispensable.



LA ISLA DE LAS CABEZAS CORTADAS (Cutthroat Island, 1995)
Dir.: Renny Harlin
Prot.: Geena Davis, Matthew Modine, Frank Langella.

El mejor fracaso de público y crítica de la historia. Posiblemente, esa sea una definición que se adpate bastante bien a las características de "La Isla de las Cabezas Cortadas".

La capitana Morgan Adams (Geena Davis), ayudada por el mujeriego, encantador y descarado William Shaw, y buscada en todo el Caribe por las autoridades británicas y por su psicótico tío Dawg Brown (Frank Langella), emprende la búsqueda del tesoro que su abuelo y su tripulación escondió en la legendaria Isla de las Cabezas Cortadas. Entre el fastuoso tesoro y ella se interpondran motines, tormentas, emboscadas, traiciones y varias -y espectaculares- batallas, tanto terrestres como marítimas. ¿Conseguirá hacerse con el codiciado botín?

Tan sencillo como eso: una película de piratas de las de toda la vida. Casi sólo falta ver la estampa apolínea e insolente de Errol Flynn, en su sempiterna camisa de lino con la pechera siempre abierta, para convencernos de que hemos entrado en el Cine del Tiempo. Cierto, como buen director de acción ochentero, Harlin nos provoca una sobredosis de explosiones y pirotecnia variada un tanto anacrónica, pero el espíritu es el mismo: el espíritu de la aventura pura, el sense of wonder tan típicamente adolescente de identificarse con un arrojado y noble pirata que surca los siete mares en busca de un legendario tesoro, enterrado en una ignota y selvática isla (caníbales incorporados de serie), mientras te persigue algún pirata rival o la Marina Británica. Stevenson, cuánto te debemos.

Teniendo en cuenta todo esto, por favor, explíquenme qué salió mal. Cual fue la razón de que esta película redefiniera el concepto de "debacle", liquidara ella solita a los estudios Carolco ( responsables de algunos de los mayores taquillazos de la historia, como "Terminator 2". Casi ná, vamos) y el matrimonio entre Renny Harlin y Geena Davis. ¿Acaso el público no estaba preparado para un revival pirata a mediados de los 90, cuando todavía había cine de acción y aventuras decente, y hubo que esperar a casi diez años después para que Jack Sparrow y sus mesnadas imbuyeran de nueva vida al espástico y parcialmente cadavérico género de la aventura desmelenada? No lo sé. Lo único que sé es que esta película tendría que haberse merecido mucho, mucho más.



DÍAS DE GARAGE (Garage Days, 2002)
Dir.: Alex Proyas.
Prot.: Kick Gurry, Pia Miranda, Maya Stange.

Antes de empezar, responderé a las dos preguntas que deberán de estar ansiosos por ver respondidas en estos momentos. Si, Alex Proyas es el responsable de "El Cuervo". No, "Días de Garage" no es una goticada. Lo cual nos lleva a la pregunta de qué es Días de Garage. Pues un auténtico desmelene.

La trama sigue a una oscura banda de rock australiana con la aspiración de convertirse en los nuevos AC/DC. Son jóvenes, son nuevos, pero tienen entusiasmo y ambición. Por si lidiar con los problemas de una banda emergente (si a su trayectoria profesional se la puede definir así), los amoríos entre los integrantes no hacen más que complicar la situación exponencialmente: Freddy, el cantante, está enamorado de Kate, la novia del guitarrista, Joe; éste, a su vez, divide su tiempo entre ponerle los cuernos a Kate con un gótica siniestroide (nada de una princesita de las tinieblas con aires de augur fatídico: una gótica de las de verdad, de esas que dejan marcas después de cada polvo), y mostrar atisbos de esquizofrenia. A su vez, Tanya, la bajista, es oficialmente novia de Freddy, pero no parece muy contenta con su noviazgo. ¿Y el batería? Mmm, dejémoslo en que "está ahí". Así pues, toda esta panda de lelos hiperhormonados irán a trancas y a barrancas superando los diferentes obstáculos que les salgan al paso: los problemas para grabar la maqueta, noticias de embarazos inesperados, lidiar con las discográficas, un mánager al que, muy eufemísticamente, se podría definir como inútil terminal... Al final, conseguirán tocar en uno de los principales festivales australianos, pero... ¿alcanzarán al final el ansiado éxito?

Después de hora y media de absolutas carcajadas, dirección talentosa, una excelente vis cómica de los actores, acertadas puyas al mundo de la música (Alex Proyas dirigió muchos videoclips antes de adentrarse en el terreno de la realización cinematográfica, y sabe lo que se dice), una estupenda banda sonora, la respuesta mayoritaria será un "¿y a quién coño le importa?". Lo único que el espectador desea es que este retrato cómico y un tanto agrio de los sueños imposibles de juventud no cese, y que a esa banda de entrañables perdedores les sigan saliendo baches en el camino. Para que la diversión no concluya. Cierto es que al final le falta algo de bilis, cayendo un tanto en el topicazo de "vamos-a-ser-buenos-y-darles-un-happy-ending" en plan de por los esfuerzos invertidos, y no se ve la amarga representación de la nostalgia traicionada y del peterpanismo (especialmente doloroso es cuando Freddy observa un día que su bar de confianza se ha convertido en un casino barato for exigencias comerciales), pero sólo por eso no es de recibo crucificar al film. En definitiva, una película que, como casi todas de esta lista, se tendría que haber merecido más.



STARSHIP TROOPERS (LAS BRIGADAS DEL ESPACIO) (Starship Troopers, 1997)
Dir.: Paul Verhoeven.
Prot.: Casper Van Dien, Denise Richards, Dina Meyer, Michael Ironside.

"Starship Troopers" debe de ser una de las obras más incomprendidas de la historia, junto a "El Príncipe" de Maquiavelo y la bibliografía completa de Nieztsche. Aunque no se puede decir que fuera un debacle sorprendente. ¿Qué puede salir si juntamos a uno de los directores más viscerales, subversivos e insolentes del panorama hollywoodiense, una novela rayana en el parafascismo, ultraviolencia, desnudos... y las caras más guapas de los culebrones adolescentes americanos?

Antes de que a alguien se le ocurra la respuesta, voy a darla por vosotros. Un fracaso.

La película nos presenta un futuro aparentemente utópico donde todo el mundo es rico, guapo, feliz, y tiene una dentadura perfecta. Las ciudades están colmadas de altas torres de cristal y acero que se elevan desafiantes hacia el cielo, la tecnología está en un momento cumbre, todos son felices, guapos, impecablemente vestidos y tienen seguro dental a todo riesgo. Qué guay, ¿no? Pues no. Este perfecto y ordenado mundo tiene un pequeño inconveniente: esta regido por una rígida dictadura militar, camuflada de democracia populista: sólo los veteranos militares tienen derecho a voto. Este hecho, que en la novela original le servía a Heinlein para rellenar 300 páginas de retórica jingoísta y probélica, es utilizado por Verhoeven para retratar la paja nazi defiitiva, al igual que Norman Spinrad hizo lo propio mofándose de las historias clásicas de la "Edad Dorada" de la ci-fi (edad a la cual, mira tú, pertenece "Starship Troopers". Qué cosas, oye) en su terrorífico "El Sueño de Hierro" (de largo, la novela más perturbadora que me he leído en lo que llevo de año. Y si no, relean la crítica que puse hace un tiempecillo). Y, al igual que Spinrad, no deja títere con cabeza.

La historia sigue los avatares de una serie de reclutas en el ejercito de la Federación Terrena: Johnny Rico, Cármen Ibáñez y Dizzy Flores (entre otros). Su vida cambia el día que una raza de alienígenas arácnidos decide atacar la Tierra, y son movilizados para combatir en la guerra. Donde, como en la vida real, sólo encontraran dolor.

Como decíamos antes, esta película fue muy malinterpetada. Principalmente por la extrema sutilidad que muestra: la mala leche y la bilis que destila están escudadas tras una barrera de alegre caramelo y dulces colores pastel. La Federación se nos presenta como un lugar idílico, deseable incluso. A pesar de que sólo los veteranos puedan votar, un civil normal no tiene ninguna restricción en sus derechos civiles. Luego empezamos a ver la fea cara debajo del rostro bioesculpido de la Federación. La censura impera en todas partes, siguiendo unos patrones de moralidad estrictos. La propaganda campa a sus anchas, recordando a la población en todo momento cuán bueno es su gobierno y cuán malvada es la especie alienígena a fumigar. Los juicios rápidos (nada de esas tonterías que tenemos aquí: llegas, te delcaran culpable y te mandan a la silla eléctrica. Ejecución radiada por las ondas estatales inclusive) hacen de la ley su coto de caza particular. Y el estamento militar introduce sus tentáculos en cada uno de los aspectos de la sociedad. Véase si no ese terrorífico anuncio donde, bajo la bandera del lema "Un mundo que funciona", unos veteranos reparten a una panda de ilusionados niños burgueses puñados de balas de sus rifles, como si de montones de dulces gominolas de plomo se tratase. Como decíamos, la paja nazi definitiva... pero una fantasía masturbatoria sospechosamente parecida al sueño húmedo de tu neocon medio. Sólo en los momentos que la crudeza y la violencia sin sentido de la guerra (genialmente retratada con los gráficos efectos especiales de Phil Tippet) invaden el horizonte, la frágil máscara de belleza artificial cae hecha pedazos y se muestran los gusanos devorando la pútrida carne muerta de la verdad tras este envidiable mundo.

Ya lo demostró Aldous Huxley hace años, y Paul Verhoeven nos lo vuelve a recordar. Las utopías son tramposas por definición.

(Esta es la primera mitad del artículo. La segunda mitad será publicada próximamente).

Saludos desde OK Corral

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Sólo encuentro una palabra para definir tu artículo: Sublime. Estás hecho un máquina, tio. Encima, el 80% de las películas de las cuales hablas, son preferentes en mi filmoteca.
Un saludo y sigue así.

Anónimo dijo...

¡¡¡Por fin lo has publicado!!!

La espera mereció la pena. Como ha dicho prrrK_03!, sublime, maravilloso, estupendo. Además, se me han despertado unas ganas realmente grandes de ver Tank Girl y Días de Garaje. Esperamos con verdadera impaciencia la segunda parte.

Raven dijo...

Va, venga, ya será para menos, exagerados, que me habéis hecho subirme los colores...

Ikari dijo...

Eres bueno, tío.
A mí siempre me ha parecido que Starship Troopers es una película a reivindicar. Esperamos con cierta ansia la segunda parte... y tal.

Tokaidin dijo...

Coincido...la incomprension sufrida por esta pelicula por parte de gente que no ve mas alla de sus narices clama al cielo...la han llegado a tachar de tantas cosas, cada una ams absurda que la anterior .......me gusta esta pelicula y la reivindico!!!!