Tengo la boca árida y pedregosa; mi garganta se ha convertido en un horno crematorio para bacterias. Los ojos están encostrados con legañas, las púpilas dilatadas. Mi cerebro da vueltas ante el ensordecedor rugido del silencio total de la noche. He dormido seis horas en dos días, y no respondo de mi cordura si no oigo una voz humana en un breve plazo de tiempo. Ante mí tengo todavía 17 páginas de organigramas caóticos y confusos para memorizar, la lista de la compra intelectual, y la tercera parte de una carpeta de prácticas cargante y monótona. Tengo cuatro horas para completarlo todo.
Dios, cómo odio la temporada de exámenes.
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3 comentarios:
Es lo que tiene la vida de estudiante... Pero seguro que no te descubro nada nuevo.
¡Suerte!
6 horasd en 2 días y te quejas?? Recuerdo que yo cierto año dormí 5 horas en 2 semanas... si se le puede llamar "dormir" a "reposar semi-inconsciente recostado sobre la mesa durante el descanso de 10 minutos entre clase y clase" ^_^UUU...
Uy, ¿qué es eso que suena por ahí? Parece una bola y una cadena...
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