Por regla general, cuando me enfrento ante una revelación argumental o un giro de guión especialmente impactante en alguna manifestación narrativa de la que esté especialmente enganchado, suelo juzgar su capacidad de impresión tras una noche de reposo. Si cuando después de ocho horas de sueño más o menos profundo, abro mis ojos por la mañana y sigo viendo a Morgan Freeman abriendo una caja de cartón del tamaño de una cabeza, a Bruce Willis palpando una mancha de sangre en su espalda o a JC Denton convirtiéndose en un Dios, es que esa escena en concreto me acompañará durante años.
Estoy de exámenes. No debería estar haciendo esto. Está claro que hacer esto ha resultado un lastre para todos mis trabajos. Leve, salvable, pero retraso al fin y al cabo. Trabajo a recuperar, más horas de las necesarias dedicadas a una tarea ingrata.
En este mismo momento, no me importa.
La fantasía es un fenómeno connatural a la especie humana. Fabulamos porque soñamos, y soñamos con fábulas que nos gustaría vivir pero de las que estamos demasiado alejados como para ser poco más que atentos espectadores. Hay construcciones más deseables que otras, pero todas coinciden en que nacieron con el propósito de dar algo a aquellos que se atrevieran a cruzar sus puertas. Felicidad. Reflexión. Emoción. Las más atrevidas se lanzan a intentar darte el pack completo, consiguiéndolo en pocas ocasiones. Cuando lo hacen, nos acompañan siempre.
Imaginen la situación. Clímax épico. Nos hayamos a un paso del enfrentamiento con el Gran Hombre (¿Nos? "Se", tal vez. El personaje. No lo olvides). Hemos atravesado un auténtico infierno para llegar a él. hemos visto -y hemos hecho- lo indecible, grotescas torturas, imágenes de belleza pervertida y sádica, estampas de vidas miserables con finales miserables (¿Hemos? ¿Por qué ese uso continuo del plural? No hay un nosotros aquí, tan solo un tercero lejano. Un personaje. Un molde). Y finalmente nos enfrentamosa él. Y no es en absoluto como lo habíamos imaginado. No es como los sicarios que hemos derrotado hasta ahora, cargados de armas y neuras y faltos de seso. Es normal. Es humano. Es pequeño. Nos habla de la Libertad, con mayúsculas. ¿Qué diferencia a un hombre de un esclavo? La capacidad de elegir. Poder decir "si" y "no" a placer. Mientras tanto, el Gran Hombre nos arrebata esa libertad. ¿Pero realmente es él quién lo hace? ¿O lo hace otro? ¿Teníamos, para empezar, esa libertad? ¿Realmente podíamos elegir?
Comienza entonces una lucha en tu interior. ¡El protagonista! ¡Está siendo controlado! Pero yo controlo al protagonista, yo controlo al protagonista, soy el titiritero, el que mueve los hilos, se mueve al son de mi flauta. Pero yo pensaba que tu eras el protagonista. ¿Qué barrera te separa? Ves con sus ojos, actúas con sus manos. No importa, yo sigo siendo el amo, la mano que mece la cuna. Sigo poseyendo la libre capacidad de actuar. Sigo podiendo elegir. ¿Es verdad eso? ¿Realmente poseo la capacidad de elegir? ¿Realmente he podido moldear mi destino a lo largo de la historia? Ahora es otro el que lleva el controlador. ¿Quién? ¿El programador? ¿Suchong? ¿Atlas? ¿Ryan? ¿Dios? No tú, desde luego. Estás encerrado en ese molde, esa autoimagen que has creado en base de los silencios de tu simualcro. Siéntate. Corre. Ríe. Dispara. Salta. Ve del punto A al punto B. ¿Qué te dice ahora la voz de la radio? ¿Realmente puedes elegir? ¿Realmente has podido elegir?
Al rato, las dudas se disipan. No, nunca lo has hecho. Fuistes construido para eso. No eres un hombre, sino un esclavo. ¿Pero realmente lo soy yo, o lo es el personaje? ¿Y hay alguna diferencia? Entonces te sientes usado, mangoneado como pocas veces lo has sentido. Andrew Ryan tenía razón. Siempre la ha tenido. A pesar de la locura, de las ejecuciones, del terror arbitrario.
Tengo que hacerles una confesión. Si ven este texto escrito aquí, es por cobardía. Pura y simple. Tengo miedo de escuchar lo que la razón me dicta es una reacción más juiciosa de manos de terceros, que miren mi discurso como el desvarío de un chalado con demasiado tiempo libre. "¡Maldita sea! ¡No es más que un condenado juego, chico! Un juego no es más que un pedazo de inocente distracción con la que pasar el rato. Los juegos no hacen SENTIR, chico. No requieren de implicación emocional. Ese pedazo de polígonos no eres tú. Es otro. No importa lo que tu cabeza te diga, no estás caminando entre tuberías y vapor, observando kilómetros de agua legamosa suspendidos sobre tu cabeza. Esa es otra persona."
Lo sé. Pero no puedo evitarlo. No puedo evitar sentirme usado, manipulado y dolido. No puedo evitar sentirme fascinado, y meditativo, y sorprendido, y violentado, y furioso, y eufórico. Porque esta ficción me dice demasiadas cosas como para no hacerle caso.
Y lo más curioso es que toda esta desazón, este estado de confusión y deslumbramiento mental, está provocado por tres palabras. Would. You. Kindly. Would you kindly? ¿Podría por favor...? Un narrador de nivel no necesita más.
Saludos desde OK Corral
6 comentarios:
No daría por mal invertido el tiempo utilizado en escribir este post. Digamos que con él, en realidad, has recuperado el tiempo perdido. Los exámenes van y vienen, la literatura permanece.
Cuán curiosa la naturaleza humana, capaz de implicarse en materias banales y abstractas y, a la vez, distanciarse de las concretas, reales y verdaderamente relevantes en nuestra vida...
Gran texto, Raven. La verdad es que me ha gustado mucho, sobre todo por las múltiples lecturas que se pueden hacer de él. Profundo...
A veces, cuando más desquiciada estoy, me dedico a buscar gente con gustos similares a los míos.Sí, es curioso. Me enteré que a través del perfil de Blogger se podían visitar espacios de personas que coincidieran con algún gusto específico en común conmigo. Y aquí estoy (por cycle) descubriendo este ameno e interesante blog con una escritura prodigiosa. Me encanta como escribes. Sin más...
Un saludo ;)
Ikari: ¿Es cosa mía o tu halago ha sonado muy proustiano? XD Gracias,de todos modos.
Hayato: (encádenese aquí media docena de jillones de OMGs, WTFs y LOLs) Rayos, nunca imaginé ver uncomentario tuyo en mi blog, Hayato. Agradezco el honor. Y si, el ser humano es raro. Pero teniendo en cuenta que nosotros somos inventores del concepto "raro", no sé hasta qué punto es algo realmente extraño o común.
Por cierto, releido el texto veo que es un tanto ambiguo, así que explicaré un punto importante: se trata de mis impresiones ante uno de los giros argumentales clave del juego para ordenador y equisbox Bioshock. Más información en la Wikipedia
Pilar:
Cielos, ¡no me había dado cuenta de que teníamos lectora nueva! Bienvenida a mi blog, Pilar. Agradezco tu halago, aunque si te digo la verdad, no creo que mi escritura sea prodigiosa; si acaso, un tanto pedante...
Ah, y Cycle molan (Espero que Asaba no lea esto)
Holaaaaaa :) muchísimas gracias por la bienvenida, no puedo estar a la orden del día últimamente pero te visitaré en cuanto tenga un huequecico para seguir leyendo. Y tu escritura de pedante NADA¡¡¡¡ a mi me encanta. Gracias por tu comentario.
Un saludillo y que pase usted un buen finde.
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