"La referencia de Zoyd a la metralleta Uzi, la "hijaputa del desierto", como se la conoce en su nativo Israel, había sido apropiada. La idea comercial de Isaías era crear uno y posteriormente una cadena de centros de violencia, cada uno de ellos tal vez del tamaño de un pequeño parque especializado, con campos de tiro para armas automáticas, aventuras paramilitares fantásticas, tiendas de regalos y cantinas, y salas de videojuegos para los niños, pues Isaías pensaba en una clientela familiar. También se integraban en el concepto un diagrama y un logotipo normalizados, a efectos de la concesión de licencias. Isaías, sentado ante la gran bobina de cable que hacía de mesa, dibujaba diagramas con liamduras de tortilla y exponía su sueño... "Emociones tercermundistas", una carrera de obstáculos en la jungla donde había que columpiarse en cuerdas, caerse al agua, disparar sobre dianas con forma de elementos guerrilleros indígenas que surgían inesperadamente... "Basura de la ciduad", que permitiría al visitante erradicar del mundo imágenes de diversos indeseables urbanos, incluidos Chuloputas, Pervertidos, Camellos y Atracadores, todos ellos cuidadosamente multirraciales con objeto de ofender a todo el mundo, en un entorno de callejas oscuras, neón lívido y música de saxofón matizada... y para el connaiseur agresivo, "Galería de éxitos", en las que podías pedir que te alinearan una serie de cintas de vídeo de las personalidades públicas que más odiabas, cada una individualmente en pantallas de viejos televisores usados comprados a precio de chatarra que te pasarían delante en una cinta transportadora, como patos de feria, de modo que tu satisfacción por reventar esas imágenes farfullantes y presumidas se vería realzada por la implosión de tubos de rayos catódicos...
Zoyd apenas conseguía mantenerse a flote, semiahogado por la ola de proyecciones demógraficas y de beneficios que el muchacho iba exponiendo. Se percató, medio mareado, de que en algún momento la boca se le había abierto y se había quedado así, a saber por cuanto tiempo. La cerró bruscamente y se pilló la lengua, en el momento en el que Isaías pronunciaba la frase "y no le costará un chavo".
-Ya, ya. ¿Cuánto me costará?
Isaías le enseñó la ortodoncia californiana de cinco cifras y lo miró fijamente a los ojos. Lo único que tenía que hacer Zoyd era avalar una solicitud de préstamo...
Zoyd se permitió una prolongada y triste risa interdental.
-¿Y quién va a conceder el préstamo?- esperando que le dieran una dirección en algún lejano estado, sacada de la tapa de una caja de cerillas. Resultó ser el mismísimo Banco de Vineland.
- ¿No los habrás, uh, amenazado o algo así?- dijo Zoyd, clavando los ojos en el largo y sombrío muchacho cuya larga sombra se proyectaba en el suelo.
Isaías se limitó a encogerse de hombros y prosiguió."
(Thomas Pynchon, "Vineland")
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