Efectivamente, como el título de la entrada indica. ya he dado un primer paso. Algo que no asegura la existencia de un segundo, pero que es una firme base para continuar en el camino demarcado, más cuando es tan agreste y desdibujado como el que quiero seguir.
Cualquiera que me conozca un poquillo sabrá a lo que me refiero. Vamos, que quiero ser director de cine (carcajadas de fondo, please). En este país es más o menos decir que quieres robarle el puesto a Dios, así que probablemente me daré con un canto en los dientes. Pero, coño, que no me van a quitar la ilusión sin luchar. Allá va mi primera salva de artillería. Un primer corto, a los que (espero) seguirán otros. Colgado en Video Google (la primera intención era colgarlo en YouTube, que era más apañadillo y podía poner el reproductor en flash en la peich, que queda como más fardón en vez del triste hiperenlace URL que voy a tener que poner ahora), pero resulta que era un archivo demasiado mastodóntico como para ajustarlo a las estrecheces youtubianas. Así que me decanté por Video Google.
Así pues, siéntense en un asiento cómodo, apaguen las luces y suban el volumen de sus altavoces. Aquí tienen mi primera obra cinematográfica:
Only_Video_001
Espero que les guste.
Saludos desde OK Corral.
miércoles, julio 26, 2006
jueves, julio 20, 2006
Public Service Announcement
Sé que voy un poco con retraso, pero tengo que anunciar un evento que entre hoy y mañana puede que interese a los aficionados al fantástico de Madrid que me leen (que me da a mí que son más bien tirando a pocos). Con motivo del lanzamiento editorial de su nueva remesa de novedades, la Editorial Gigamesh va a realizar esta tarde y mañana por la tarde la presentación en Madrid de dos de sus novedades: el primer libro de la saga de Anita Blake, cazavampiros (que aprovecho para decir que es la repera limonera y que merecerá un futuro comentario en este blog), y "Leyes de Mercado, de Richard Morgan.
La presentación de "Leyes de Mercado" se realizará esta tarde, a las 19:30, en la librería "Generación X" (C/Puebla nº 15, 28004, Madrid) y contara con la presencia del autor, Richard Morgan (si no sabes quién es, mira aquí), que firmará ejemplares de sus obras (sólo se ha editado "Carbono Alterado" y "Leyes de Mercado", así que poca variedad habrá). Los obsesos de los autográfos ya tienen (tenemos) un nuevo objetivo.
La presentación de "Placeres Prohibidos" tendrá lugar mañana en la librería "Estudio en Escarlata" (C/ Guzmán el Bueno, esquina con Fernández de los Ríos, 46, 28015 Madrid) a las 20:00. Aparte de la presencia de The Man in person (Alejo Cuervo, vamos), los que adquieran un ejemplar ese día se les invitará a un Bloddy Mary (curioso detalle, aunque apropiado).
Para más información, aquí
Saludos desde OK Corral
La presentación de "Leyes de Mercado" se realizará esta tarde, a las 19:30, en la librería "Generación X" (C/Puebla nº 15, 28004, Madrid) y contara con la presencia del autor, Richard Morgan (si no sabes quién es, mira aquí), que firmará ejemplares de sus obras (sólo se ha editado "Carbono Alterado" y "Leyes de Mercado", así que poca variedad habrá). Los obsesos de los autográfos ya tienen (tenemos) un nuevo objetivo.
La presentación de "Placeres Prohibidos" tendrá lugar mañana en la librería "Estudio en Escarlata" (C/ Guzmán el Bueno, esquina con Fernández de los Ríos, 46, 28015 Madrid) a las 20:00. Aparte de la presencia de The Man in person (Alejo Cuervo, vamos), los que adquieran un ejemplar ese día se les invitará a un Bloddy Mary (curioso detalle, aunque apropiado).
Para más información, aquí
Saludos desde OK Corral
viernes, julio 14, 2006
Syd Barrett: Retrospectiva y muerte
El viernes 7 de Julio de 2006, el corazón de Syd Barrett, uno de los fundadores de Pink Floyd, se paró. Tenía 60 años; las causas de su muerte son todavía oscuras. Sólo tenemos una delaración de sus allegados: "complicaciones debidas a sus diabetes". Nada más; pero aunque supieramos el motivo exacto de su muerte, no evitaríamos el hecho de que ha muerto.
No pienso hacer un texto florido, con elaboradas metáforas ni pirotecnia sintáctica. La muerte no tiene nada de romántica ni merece hacerse simbología con ella. Un proceso natural, nada más, aunque sea desagradable y triste. El más odiado y temido de todos. Por ello, en un obituario no merece la pena mas que hablar de los hechos que rodean al difunto. Hechos, nada más; los juicios se los dejaremos a todos aquellos que se consideren moralmente superiores al cadáver. Ellos saben quienes son.
Roger Keith Barrett nació el 6 de Enero de 1946 en Cambridge, Inglaterra, dentro de una familia de clase media que le animó a expresarse musicalmente desde su más tierna juventud. Su sobrenombre, Syd, provenía de un antiguo batería de su ciudad natal, apellidado igualmente Barrett. A los 11 años, su padre murió repentinamente; este trágico hecho le marcó toda su vida. Muchos dicen que sus posteriores complicaciones mentales nacieron de dicha pérdida.
En 1965, formó junto a sus amigos Roger Waters, Richard Wright y Nicholas Mason un grupo. Lo llamó Pink Floyd; el nombre había surgido de la unión de los nombres propios de Pink Anderson y Floyd Council, dos cantantes de blues. Esto puede dar una idea de hacia dónde irían los tiros de la nueva banda: una ecléctica mazcolanza donde el jazz, el blues, y la psicodelia más tortuosa se daban de la mano. "The Piper at the Gates of Dawn", álbum debut, entró directamente en el puesto #6 del Top Ten británico. Sin embargo, debido a ese súbito éxito, las responsabilidades, el ritmo de trabajo, las giras, y sobre todo, su más que abuso del ácido lisérgico, la olla a presión de su cordura reventó, haciéndo su estancia en la banda inviable. Sus arrebatos psicóticos entraban en un variado espectro, desde dejar de tocar en mitad de un concierto espontáneamente, o encerrarse en su camerino con la mirada perdida mientras el resto de la banda esperaba para comenzar el concierto. A pesar de la renuencia que su amistad provocaba en el resto de la banda, el comportamiento esquizoide de Barrett llevó a buscar el apoyo de David Gilmour, un viejo amigo de Syd, como guitarra suplente, y en última instancia, como sustituto de Barrett. Esto ocurriría en enero de 1968.
Durante unos años, en concreto hasta 1972 estuvo realizando trabajos en solitario; tan errático como en su etapa con Pink Floyd, durante esa etapa dos únicos albumes vieron la luz: "The Madcap Laughs" y "Barrett".
Tras eso, y diversos -y fallidos- intentos para recuperar la chispa (nuevo grupo, vuelta al trabajo en estudio, etc), dejó definitivamente la música. Volvió con su madre y su hermana a su Cambridge natal, donde se dedicó a la pintura, una de sus principales expresiones artísticas, a la jardinería, y en general a llevar una vida tranquila y sigilosa. Rehuía visitas, escapaba de la presencia de fans y reporteros y no quería saber nada sobre su anterior vida como músico. Renegado total, vivió hasta su muerte de manera discreta y recogida.
La última gran historia que surgió de su peculiar y acelerada existencia (una carrera condensada en diez años, seguida de una jubilación autoimpuesta, casi una condena a prisión para el resto de su vida) fue durante la grabación del disco "Wish You Were Here", la elevación nostálgica de un grupo de amigos añorantes que echaban de menos su presencia. Un individuo adiposo, totalmente lampiño (se había afeitado hasta las cejas) se presentó en los estudios Abbey Road durante la grabación de "Shine On You Crazy Diamond". Al principio, nadie lo reconoció; los integrantes de la banda tardaron en reconocer a su antiguo amigo. Syd Barrett había vuelto al seno de la banda que creó y le vio partir. La impresión de siete años de ausencia y lo que le habían hecho a Barrett fue demasiado para los músicos. Todos rompieron a llorar como bebés, incluido el habitualmente pintado como comeniños Roger Waters. Fue el último gran momento que el mundo recordaría de Syd Barrett, el homenajeado planeando como un ave de remordimientos sobre los homenajeadores. No resulta difícil encontrar conexiones místicas en el hecho, karma personificado que venía a recordar los propios pecados que buscaban expurgar. Sin embargo, todo eso se quedará en el ámbito de la divagación sobreanalizada.
A día de hoy, casi hace dos semanas que Syd Barrett murió. El mundo sigue, nada va a cambiar. Sólo podemos esperar que el artesano cósmico sea recordado lo suficiente como para que la gente no olvide que, un día, un británico de Cambridge decidió junto con sus amigos comenzar una revolución musical que cuarenta años después sigue haciendo vibrar a millones de personas.
Descanse en paz, Roger Keith Barrett.
Saludos desde OK Corral.
(Artículo cortesía de La Petite Claudine -que me comunicó la noticia- y la Wikipedia.)
No pienso hacer un texto florido, con elaboradas metáforas ni pirotecnia sintáctica. La muerte no tiene nada de romántica ni merece hacerse simbología con ella. Un proceso natural, nada más, aunque sea desagradable y triste. El más odiado y temido de todos. Por ello, en un obituario no merece la pena mas que hablar de los hechos que rodean al difunto. Hechos, nada más; los juicios se los dejaremos a todos aquellos que se consideren moralmente superiores al cadáver. Ellos saben quienes son.
Roger Keith Barrett nació el 6 de Enero de 1946 en Cambridge, Inglaterra, dentro de una familia de clase media que le animó a expresarse musicalmente desde su más tierna juventud. Su sobrenombre, Syd, provenía de un antiguo batería de su ciudad natal, apellidado igualmente Barrett. A los 11 años, su padre murió repentinamente; este trágico hecho le marcó toda su vida. Muchos dicen que sus posteriores complicaciones mentales nacieron de dicha pérdida.
En 1965, formó junto a sus amigos Roger Waters, Richard Wright y Nicholas Mason un grupo. Lo llamó Pink Floyd; el nombre había surgido de la unión de los nombres propios de Pink Anderson y Floyd Council, dos cantantes de blues. Esto puede dar una idea de hacia dónde irían los tiros de la nueva banda: una ecléctica mazcolanza donde el jazz, el blues, y la psicodelia más tortuosa se daban de la mano. "The Piper at the Gates of Dawn", álbum debut, entró directamente en el puesto #6 del Top Ten británico. Sin embargo, debido a ese súbito éxito, las responsabilidades, el ritmo de trabajo, las giras, y sobre todo, su más que abuso del ácido lisérgico, la olla a presión de su cordura reventó, haciéndo su estancia en la banda inviable. Sus arrebatos psicóticos entraban en un variado espectro, desde dejar de tocar en mitad de un concierto espontáneamente, o encerrarse en su camerino con la mirada perdida mientras el resto de la banda esperaba para comenzar el concierto. A pesar de la renuencia que su amistad provocaba en el resto de la banda, el comportamiento esquizoide de Barrett llevó a buscar el apoyo de David Gilmour, un viejo amigo de Syd, como guitarra suplente, y en última instancia, como sustituto de Barrett. Esto ocurriría en enero de 1968.
Durante unos años, en concreto hasta 1972 estuvo realizando trabajos en solitario; tan errático como en su etapa con Pink Floyd, durante esa etapa dos únicos albumes vieron la luz: "The Madcap Laughs" y "Barrett".
Tras eso, y diversos -y fallidos- intentos para recuperar la chispa (nuevo grupo, vuelta al trabajo en estudio, etc), dejó definitivamente la música. Volvió con su madre y su hermana a su Cambridge natal, donde se dedicó a la pintura, una de sus principales expresiones artísticas, a la jardinería, y en general a llevar una vida tranquila y sigilosa. Rehuía visitas, escapaba de la presencia de fans y reporteros y no quería saber nada sobre su anterior vida como músico. Renegado total, vivió hasta su muerte de manera discreta y recogida.
La última gran historia que surgió de su peculiar y acelerada existencia (una carrera condensada en diez años, seguida de una jubilación autoimpuesta, casi una condena a prisión para el resto de su vida) fue durante la grabación del disco "Wish You Were Here", la elevación nostálgica de un grupo de amigos añorantes que echaban de menos su presencia. Un individuo adiposo, totalmente lampiño (se había afeitado hasta las cejas) se presentó en los estudios Abbey Road durante la grabación de "Shine On You Crazy Diamond". Al principio, nadie lo reconoció; los integrantes de la banda tardaron en reconocer a su antiguo amigo. Syd Barrett había vuelto al seno de la banda que creó y le vio partir. La impresión de siete años de ausencia y lo que le habían hecho a Barrett fue demasiado para los músicos. Todos rompieron a llorar como bebés, incluido el habitualmente pintado como comeniños Roger Waters. Fue el último gran momento que el mundo recordaría de Syd Barrett, el homenajeado planeando como un ave de remordimientos sobre los homenajeadores. No resulta difícil encontrar conexiones místicas en el hecho, karma personificado que venía a recordar los propios pecados que buscaban expurgar. Sin embargo, todo eso se quedará en el ámbito de la divagación sobreanalizada.
A día de hoy, casi hace dos semanas que Syd Barrett murió. El mundo sigue, nada va a cambiar. Sólo podemos esperar que el artesano cósmico sea recordado lo suficiente como para que la gente no olvide que, un día, un británico de Cambridge decidió junto con sus amigos comenzar una revolución musical que cuarenta años después sigue haciendo vibrar a millones de personas.
Descanse en paz, Roger Keith Barrett.
Saludos desde OK Corral.
(Artículo cortesía de La Petite Claudine -que me comunicó la noticia- y la Wikipedia.)
martes, julio 11, 2006
Citas (IV)
- Eso es lo que digo. ¡Eso es lo que he intentado hacer! Pero Dios no está en Oz.
- Claro que está. Está en todas partes. Está en tí, ahora mismo, Tobias
- Mi mujer quiere que nos divorciemos. Creo que lo decidió cuando vio la esvástica en mi trasero. Se irá con los niños a vivir con sus padres. Si Dios está en mí... es un tumor.
(Tobias Beecher, preso #97B142, Instalación Correccional Oswald)
jueves, julio 06, 2006
La felicidad tiene una dirección
Esta
O, por lo menos, ver a Cyndi Lauper contorneando las caderas con su look punkipop, a Damon Albarn perseguir a un cartón de leche antropomoórfico o a los Village People cantar una oda a las partylines, es para mí lo más cercano a la felicidad.
Saludos desde OK Corral
O, por lo menos, ver a Cyndi Lauper contorneando las caderas con su look punkipop, a Damon Albarn perseguir a un cartón de leche antropomoórfico o a los Village People cantar una oda a las partylines, es para mí lo más cercano a la felicidad.
Saludos desde OK Corral
Citas (III)
En el principio, estaba Buffy
Sinceramente, la Red nunca dejará de sorprenderme. Entre la habitual furrufalla, videos escatológicos, gente tirándose pedos flamígeros, bebés infográficos danzarines y rústicos rockeros de lomo ancho, se encuentran auténticas maravillas. Maravillas como esta:
Nada más y nada menos que el episodio piloto original de Buffy. Inédito. No aireado en la televisión. Rechazado por su creador. Una de las piezas más pirateadas de la Red. En directo para todo el mundo que quiera verlo en la red. Como se dice mucho por ahí, YouTube es Dios. En realidad yo diría que Google es el Padre, YouTube el Hijo y la Wikipedia el Espíritu Santo de las peregrinaciones periódicas del internauta medio, pero pelillos a la mar.
¿El episodio en sí? Pues como la primera temporada de la serie (esto es, cutre, casposa, abusando de todos y cada uno de los tópicos del cine teen de terror, totalmente campy y rayana en el delirio kitsch), pero amplificado por mil. Es sencillamente glorioso ver a una Willow adiposa y bordeando la neurosis barata (por cierto, el único miembro del reparto que fue cambiado para la serie), a un Rupert Giles realizando la actuación de una imitación de un pederasta barato, a una amalgama de efectos ¿especiales? baratos dignos de una producción de serie Z, a unas baratas interpretacioens de Gellar y Brendon... Vamos, no es el subproducto más psicotrónico que ha dado la factoría Whedon acerca de su serie emblema (la tesis sobre Spike mencionada en el capítulo "Checkpoint" de la quinta temporada, y, sobre todo, un ensayo del Centro de Investigaciones Estratégicas estadounidense donde se compara la actitud frente al peligro de ataque biológico del gobierno con la actitud del Scooby medio frente a las amenazas sobrenaturales de Sunnydale, posiblemente se lleven la palma) , pero desde luego se trata de todo un descubrimiento para los amantes del cine más casposo y delirante. Atención sobre todo al plano final. Digno de "Jesucristo Cazavampiros", oiga.
Saludos desde OK Corral
Nada más y nada menos que el episodio piloto original de Buffy. Inédito. No aireado en la televisión. Rechazado por su creador. Una de las piezas más pirateadas de la Red. En directo para todo el mundo que quiera verlo en la red. Como se dice mucho por ahí, YouTube es Dios. En realidad yo diría que Google es el Padre, YouTube el Hijo y la Wikipedia el Espíritu Santo de las peregrinaciones periódicas del internauta medio, pero pelillos a la mar.
¿El episodio en sí? Pues como la primera temporada de la serie (esto es, cutre, casposa, abusando de todos y cada uno de los tópicos del cine teen de terror, totalmente campy y rayana en el delirio kitsch), pero amplificado por mil. Es sencillamente glorioso ver a una Willow adiposa y bordeando la neurosis barata (por cierto, el único miembro del reparto que fue cambiado para la serie), a un Rupert Giles realizando la actuación de una imitación de un pederasta barato, a una amalgama de efectos ¿especiales? baratos dignos de una producción de serie Z, a unas baratas interpretacioens de Gellar y Brendon... Vamos, no es el subproducto más psicotrónico que ha dado la factoría Whedon acerca de su serie emblema (la tesis sobre Spike mencionada en el capítulo "Checkpoint" de la quinta temporada, y, sobre todo, un ensayo del Centro de Investigaciones Estratégicas estadounidense donde se compara la actitud frente al peligro de ataque biológico del gobierno con la actitud del Scooby medio frente a las amenazas sobrenaturales de Sunnydale, posiblemente se lleven la palma) , pero desde luego se trata de todo un descubrimiento para los amantes del cine más casposo y delirante. Atención sobre todo al plano final. Digno de "Jesucristo Cazavampiros", oiga.
Saludos desde OK Corral
martes, julio 04, 2006
Do the Evolution
En ocasiones he expresado el desencanto (más bien asco) que me produce el ser humano como especimen evolutivo en general. Jamás llegaré a entender cual es la función de un sistema moral y de valores en un organismo equipado con la misma tecnología punta en instintos de rapiña que la hiena media, a no ser que sirva como una retorcida y particularmente basta herramienta de selección natural; una manera para diferenciar a los que se guían por los cánones de su propio bienestar y los que prefieren tener un miras un poco más amplias. Fuertes y débiles; más aptos o menos; o como digo yo, listos y gilipollas. No es de extrañar que se den tantas divergencias, psicosis, taras y alteraciones varias en muchos seres humanos; la capacdad de la psique para contener moralidad, instintos, reglas sociales que nos inventamos para alejarnos lo más que podemos de nuestros primos menos evolucionados y, en algunos casos, normativas religiosas, tiene un límite. Cuando el dique se presiona demasiado, revienta... y deja fluir la corriente en el sentido que llevaba antes de la implantación de unas barreras artificiales socialmente aceptables. Decía Hobbes que homo homini lupus est, pero se equivocaba. El hombre es la mayor plaga vírica que azota a esta pelota de barro soldificada que flota a 150 millones de kilómetros de un reactor nuclear de varios millones de kilómetros de diámetro. Como diría Ellen Ripley, "no sé cuál especie es peor. Al menos ellos no se matan por un porcentaje".
Si alguien se extraña de que ahora me encuentre en un humor tan sombrío, podría entenderlo si se hiciera un favor a si mismo y fuera al cine a ver esa clarificadora y descarnada película que es "El Señor de la Guerra". Si hay algún fulano despistado que todavía no sabe de qué va la película, aquí va una breve sinopsis: Yuri Orlov es un traficante de armas. Su oficio es ese: vender mil maneras de despedazarse a dos partes implicadas deseosas de arrancarse las tripas a bocados si hiciera falta. Cualquiera podría pensar que se trata de un hijoputa de tomo y lomo, pero lo cierto es que no. Es un tipo majo, simpático, del tipo con el que intercambiar una conversación y un par de copas en el bar del aeropuerto que te lleva a casa de nuevo. Un hombre amante de su familia, que idolatra a su mujer y que se horroriza ante la idea de que su hijo juegue con pistolas de juguete. Un tipo majo, como decíamos. Para él, su trabajo es una forma como otra cualquiera de ganarse la vida; en sus propias palabras, simplemente está supliendo una de las necesidades básicas del ser humano. La de abrirle la cabeza al vecino cada vez que te birla una jugosa hembra, o pisotea tus terrenos, o toca lo que es tuyo, o te mira mal, o es más feo que tú, o... No importa, la cuestión es dar rienda suelta a todos tus deseos atávicos de muerte y destrucción. Thanatos. Y Yuri Orolov es bueno en ello.
La película no se limita a dar un día a día concienzudo de las actividades de Yuri, más bien se esfuerza en reflejar su auge y su caída. Su primera venta de armas (que él cínicamente compara con el primer polvo: no tienes ni idea de lo que estás haciendo, pero se trata de algo de lo más emocionante), sus primeros pasos en el mundo del comercio de armas, la incipiente de drogadicción de su hermano Vitaly, su llegada a la jet set del tráfico armamentístico, la caída del Muro y la apertura del arsenal soviético a explotadores y especuladores ("el mayor atraco de la historia"), la consecución de su sueño primerizo de casarse con la modelo Ava Fontaine... y su descenso dantesco personal.
Posiblemente, este repaso sarcástico e irónico del estado actual (y perenne) del mundo se da cuando, cautivo, sin familia, sin hermano, sin mujer, sin hijo... le explica lo que va a pasar a continaución. Crees que me juzgarán, me condenarán y me pasaré el resto de la vida en la cárcel. Pero dentro de cinco minutos va a venir un alto cargo del ejército y va a utilizar su autoridad superior para que me liberes. Posiblemente te preguntarás por qué. Porque el gobierno me necesita. Puede que trate con algunos de los hombres más crueles, despiadados y sanguinarios del la Tierra, pero algunos de esos hombres son enemigos de nuestros enemigos. Y el gobierno necesita a alguien que sirva comosu mano ejecutora en esta clase de trabajos difíciles, y que pueda dar la cara en los medios si algo sale mal. "Mirad a este hombre. Es malvado. Vende armas a los africanitos subdesarrollados. Acabamos de hacer del mundo un lugar mejor al atraparlo". Y mientras tanto, miles de toneladas de armas se envían a todas las partes del planeta. Soy el coco, soy la imagen del capitalismo. Soy necesario.
Pero claro, alguien bienintencionado y optimista se dirá al salir de la sala de cine que sólo es una película, una visión del mundo. El mundo se puede cambiar. Sólo hay que buscar la iniciativa, la fuerza y la voluntad. Una Humanidad unida puede vencer a sus genes. Podemos pensar en el mañana. Podemos cuidar del planeta, y vovler a hacerlo florido y hermoso, y podemos cuidarlo, y cuidar de nosotros mismos, y desterrar la guerra, la violencia y todos los instintos agresivos que nos dominan y dominan nuestras vidas.
Es como pensar que el títere puede cortar los hilos que le unen al titiritero. Uno no se despierta un día y se deshace del producto de varios millones de años de evolución con un par de pastillas y sonrisitas beatíficas. Este grillete, el que nos une a la animalidad, lo llevaremos hasta el fin de nuestros días.
Do the Evolution, baby.
PD: Y como regalito, la banda sonora recomendada del artículo. Disfruten.
Saludos desde OK Corral.
Si alguien se extraña de que ahora me encuentre en un humor tan sombrío, podría entenderlo si se hiciera un favor a si mismo y fuera al cine a ver esa clarificadora y descarnada película que es "El Señor de la Guerra". Si hay algún fulano despistado que todavía no sabe de qué va la película, aquí va una breve sinopsis: Yuri Orlov es un traficante de armas. Su oficio es ese: vender mil maneras de despedazarse a dos partes implicadas deseosas de arrancarse las tripas a bocados si hiciera falta. Cualquiera podría pensar que se trata de un hijoputa de tomo y lomo, pero lo cierto es que no. Es un tipo majo, simpático, del tipo con el que intercambiar una conversación y un par de copas en el bar del aeropuerto que te lleva a casa de nuevo. Un hombre amante de su familia, que idolatra a su mujer y que se horroriza ante la idea de que su hijo juegue con pistolas de juguete. Un tipo majo, como decíamos. Para él, su trabajo es una forma como otra cualquiera de ganarse la vida; en sus propias palabras, simplemente está supliendo una de las necesidades básicas del ser humano. La de abrirle la cabeza al vecino cada vez que te birla una jugosa hembra, o pisotea tus terrenos, o toca lo que es tuyo, o te mira mal, o es más feo que tú, o... No importa, la cuestión es dar rienda suelta a todos tus deseos atávicos de muerte y destrucción. Thanatos. Y Yuri Orolov es bueno en ello.
La película no se limita a dar un día a día concienzudo de las actividades de Yuri, más bien se esfuerza en reflejar su auge y su caída. Su primera venta de armas (que él cínicamente compara con el primer polvo: no tienes ni idea de lo que estás haciendo, pero se trata de algo de lo más emocionante), sus primeros pasos en el mundo del comercio de armas, la incipiente de drogadicción de su hermano Vitaly, su llegada a la jet set del tráfico armamentístico, la caída del Muro y la apertura del arsenal soviético a explotadores y especuladores ("el mayor atraco de la historia"), la consecución de su sueño primerizo de casarse con la modelo Ava Fontaine... y su descenso dantesco personal.
Posiblemente, este repaso sarcástico e irónico del estado actual (y perenne) del mundo se da cuando, cautivo, sin familia, sin hermano, sin mujer, sin hijo... le explica lo que va a pasar a continaución. Crees que me juzgarán, me condenarán y me pasaré el resto de la vida en la cárcel. Pero dentro de cinco minutos va a venir un alto cargo del ejército y va a utilizar su autoridad superior para que me liberes. Posiblemente te preguntarás por qué. Porque el gobierno me necesita. Puede que trate con algunos de los hombres más crueles, despiadados y sanguinarios del la Tierra, pero algunos de esos hombres son enemigos de nuestros enemigos. Y el gobierno necesita a alguien que sirva comosu mano ejecutora en esta clase de trabajos difíciles, y que pueda dar la cara en los medios si algo sale mal. "Mirad a este hombre. Es malvado. Vende armas a los africanitos subdesarrollados. Acabamos de hacer del mundo un lugar mejor al atraparlo". Y mientras tanto, miles de toneladas de armas se envían a todas las partes del planeta. Soy el coco, soy la imagen del capitalismo. Soy necesario.
Pero claro, alguien bienintencionado y optimista se dirá al salir de la sala de cine que sólo es una película, una visión del mundo. El mundo se puede cambiar. Sólo hay que buscar la iniciativa, la fuerza y la voluntad. Una Humanidad unida puede vencer a sus genes. Podemos pensar en el mañana. Podemos cuidar del planeta, y vovler a hacerlo florido y hermoso, y podemos cuidarlo, y cuidar de nosotros mismos, y desterrar la guerra, la violencia y todos los instintos agresivos que nos dominan y dominan nuestras vidas.
Es como pensar que el títere puede cortar los hilos que le unen al titiritero. Uno no se despierta un día y se deshace del producto de varios millones de años de evolución con un par de pastillas y sonrisitas beatíficas. Este grillete, el que nos une a la animalidad, lo llevaremos hasta el fin de nuestros días.
Do the Evolution, baby.
PD: Y como regalito, la banda sonora recomendada del artículo. Disfruten.
Saludos desde OK Corral.
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